Quisiera que mi piel sea
una fotocopiadora,
así perpetuaría rastros de
tus ojos
entonces todo sería
misericordia para mi opaca demencia.
Tu boca me colorearian las
ventanas,
Para mi alma serías el
cuartel
y entonces ya no podría
emanciparme del amor y sus consejos corolarios.
Por eso son justas las efemérides…
Todo se volverá tarde algún día, las hojas muy lejos de pertenecerme
renacerán en otro laurel, pero mis ojos seguirán apreciándote por la espalda,
por expreso todo se verá como un carrusel.
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